Autora: Malely Linares Sánchez

La sabiduría consiste en el arte de descubrir, por detrás del dolor, la esperanza. EZLN.

El miedo, la tristeza, la soledad y, sobre todo, la incertidumbre de aquello que vendrá luego de la cuarentena, son algunas de las sensaciones más recurrentes en medio del desolador panorama que atraviesa el mundo. El virus del Covid-19, ha hecho que deban replantearse los hábitos más cotidianos y que día a día ronde la pregunta acerca de qué vendrá después. Sin embargo, los movimientos subalternos, entre ellos los pueblos indígenas en Latinoamérica, han puesto en el centro de sus discusiones la importancia del “nosotros” el “juchaari” y del cuidado colectivo para hacer frente a la actual pandemia.

Se ha recuperado el legado ancestral a partir de la experiencia en el combate de otras epidemias históricas, que cuestionan las medidas impuestas por los diferentes Estados empeñados en continuar con la expoliación y el genocidio[1]. El pueblo P´urhépecha en Cherán en México, es un ejemplo que nos invita a pensarnos la importancia del cuidado entre todas y todos.

El municipio autónomo de Cherán es un territorio que hace parte de la región P´urhépecha ubicada en Michoacán y se conforma por cuatro grandes subregiones; la ciénaga de Zacapu, la Cañada de los Once Pueblos, la zona lacustre y la sierra; a este último pertenece Cherán, que significa: “lugar de tepalcates” o también, “lugar donde asustan”. Esta segunda denominación es la que circula entre los habitantes que realizan prácticas de medicina tradicional, conocimiento que ha sido adquirido ancestralmente. Según Calderón Mólgora[2], este es uno de los asentamientos más antiguos de la región étnica al constituirse a principios del segundo milenio.

Para el pueblo p´urhépecha, como para otros pueblos indígenas en Latinoamérica, el bosque es parte de la Madre Tierra y fuente de su reproducción material, por eso, poseen un fuerte vínculo con el mismo. El bosque es entendido como otro ser vivo con el que dialogan e interactúan en una relación de reciprocidad y no de instrumentalización ni de mercantilización como lo hace el capitalismo.

Este sistema es el causante de la innegable crisis civilizatoria por la que atravesamos, agudizado con la actual crisis sanitaria, consecuencia de la pandemia por el COVID-19[3], que nos muestra aún más claramente los límites y las contradicciones de esta fantasía insustentable. De manera que se nos convoca en medio de la perplejidad, a la urgente necesidad de transformar ese sistema de explotación y muerte que favorece la desigual distribución de la riqueza a nivel mundial, destruye implacablemente el medio ambiente con daños irreversibles, y que penetra cada espacio de la vida disminuyendo paulatinamente las posibilidades de vivir dignamente.

De todas las manifestaciones presentes en la experiencia autonómica de Cherán, en los aspectos de la dimensión política o de autogobierno, la dimensión jurídica, la dimensión de la defensa o protección, la dimensión económica y ahora especialmente en la dimensión cultural hay una preservación de sus formas propias, de los usos y costumbres y de las formas de medicina tradicional recuperadas especialmente por las mujeres de la comunidad, básicamente por medio de la fitoterapia[4]

El territorio es esto que habitamos pero que se compone no solo del piso donde estamos ni del bosque que nos acompaña sino también de todo aquello que creemos, del conocimiento que se nos ha transmitido a través de la oralidad y los abuelos, desde los conocimientos que la gente aquí tiene de las plantas, de los lugares, de los animales, de toda esta creencia desde que ves un cerro, cierto cerro nublado y que la gente dice: “va a llover porque ese cerro se nubló” o desde que ves un símbolo de la luna cerca de otro y dicen: “ahora va a hacer mucho frío”, desde todo este conocimiento de los astros, todo esto que alcanzamos a ver, pues, es el territorio y otras cosas que no vemos como la parte espiritual que Cherán tiene muy, muy marcada[5].

Ahora en medio de la pandemia causada por el COVID-19 que a mediados de junio ha arrebatado la vida de más de 450.000 mil personas en el mundo, en Cherán prima el sentido y la toma de decisiones comunitaria para superar la incertidumbre, además de esto la medicina tradicional juega un papel de cuidado muy importante porque la vida de cada comunero cuenta.

Asimismo en Cherán, la solidaridad trasciende el propio territorio, de manera que también se camina la palabra, por eso la Fogata Kejtsitani “memoria viva”, empezó a realizar un programa semanal: “Juchaari Ireekuecha” que significa nuestra vivencias, a través de Radio Fogata[6], en el que se comparten diversos testimonios, entre ellos con los encargados de salud quienes hablan acerca del cuidado, otros invitados sobre el uso de las plantas medicinales, la importancia de la colectividad y del nosotros, características similares a las de otros pueblos y procesos autonómicos en la región, mismos que a su vez han compartido en la emisora el testimonio de cómo están enfrentando en cada una de sus geografías la pandemia y cuya invitación siempre está abierta a las diferentes voces para sensibilizar y narrar las realidades sobre la pandemia.

Las decisiones desde la Asamblea para hacer frente a la pandemia en Cherán son colectivas. Aunque este año se esperaba con ansias para festejar el noveno año del levantamiento de su lucha, la prioridad en medio del Covid-19, ha sido proteger a los cerca de 20.000 comuneros mediante la prevención y el autocuidado. Gracias a ello es uno de los pocos municipios en el país con casi un nulo contagio en su territorio.

 Dentro de las medidas adoptadas se procura la limpieza de los espacios públicos como la plaza y las calles principales, así como evitar actividades que aglomeraran a gran número de personas y se hizo un aumento de la revisión en los controles de acceso a la comunidad para evitar el riesgo de contagios y conocer conocer el propósito de los visitantes quienes llegaban.

Distintos comuneros voluntarios en Cherán se dieron a la tarea de visitar los diversos establecimientos para sensibilizar mediante charlas a los habitantes frente a los riesgos del Covid y socializar las disposiciones adoptadas por los comuneros.

Finalmente, y sin dudarlo, cabe decir que este enemigo diminuto y silencioso solamente podrá ser combatido al plantear estrategias de autocuidado y de cuidado colectivo, en las que se anteponga el respeto por todas las formas de vida no solamente en el ámbito rural sino también en el urbano construyendo solidariamente.

 

[1] Al respecto consultar el pronunciamiento del Grupo de Trabajo Pueblos indígenas, autonomías y derechos colectivos de CLACSO: “¡Algunos procedimientos que se han desplegado en nombre de la contingencia del covid-19, en realidad, forman parte de la reproducción de las estructuras de poder!” https://url2.cl/AybLz

[2]Calderón Mólgora, Marco Antonio. Historias, procesos políticos y cardenismos. Zamora: El Colegio de Michoacán, 2004.

[3] Son varias las publicaciones referentes a la pandemia y el capitalismo: Sopa de Wuhan, pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias. Editorial Aspo, 2020. Capitalismo y pandemia. Editorial Filosofía libre. 2020.

[4]La fitoterapia es el uso de las plantas medicinales y sus derivados con finalidad terapéutica, ya sea para prevenir, para aliviar o para curar enfermedades. Algunas de las plantas medicinales que se encuentran en Cherán son el nurite que sirve para combatir infecciones intestinales, ayuda a la digestión y es utilizado para disminuir los cólicos menstruales.

[5] Torres Ascencio, Yunuen, entrevista de Malely Linares Sánchez. (19 de 01 de 2020).

[6] http://radiofogata.org/