Autor: Wilson Sánchez Jiménez
La sexualidad digital
La sexualidad digital ha declarado al mundo el poder de su completud; asegura que sus logros a través de la mediación virtual colman toda desmesura de los bajos instintos y que, además, aplacan y conjuran la incontenible imaginación. La sexualidad digital es insabora, inolora e insípida. Carece de la reciprocidad de los fluidos, de las mucosas, de los aromas y de los efluvios. La sexualidad digital no posee historias de piel. No experimenta un lenguaje vivo. No tiene palabras rebeldes e insurrectas, aquellas «inofensivas» palabras que arañan la piel; indecibles palabras que sin permiso saltan mojadas por la lujuria y la libidinosidad.
Ciudad de las Palmas, ciudad del delirio, un desquiciado 21 de junio de un incontenible, represivo y abismal confinamiento; aún con la boca tapada y las ideas chuecas de un 2020.
La cantora incontenible
La fría mañana en que Lady Joanna decidió ahorcarse, aún tuvo la fuerza para bañar a sus tres niños, vestirlos y peinarlos. Y luego, durante un eterno momento, contemplarlos, llorar de hambre. Aquellos llantos debilitados y simultáneos doblegaron la voluntad de Lady Joanna.
El confinamiento direccionado por el terror del Estado colombiano destruyó a la bella cantante de Rad. El canto fue su sustento. Mientras cantó en los buses, ella y sus tres nenitos siempre se acostaron con sus barrigas llenas y sus corazoncitos contentos.
Durante el confinamiento represivo nunca pudo colocar un trapo rojo; no pudo hacerle señas a nadie; su reducida pieza de un grisáceo inquilinato estaba confinada al final del pasillo, aquel cucurucho se reducía a dos metros cuadrados; allí, alguna vez, las sonrisas de los nenitos y el canto arrullador de Lady Joanna, hicieron gigante el lugar como si todo el mundo pudiera ocuparlo.
La bella cantora de 28 años fue un mar de alegría en medio de la terrible materialidad de una ciudad que huele a mierda humana, a insolidaridad y a muerte. En Bosa, localidad 7 del Distrito Capital de Bogotá, mucha gente la conocía.
La pandemia la confinó a la muerte, a una ineludible sentencia fatal. Esa mañana fría, antes de ahorcase procuro secar las lágrimas a sus nenitos y escurrir con sus dedos los lagrimones que inundaban la tersa piel de las mejillas de una mujer doliente. –Mis nenes, mis nenes, no veo a mis nenes. –mami linda, nosotros si te vemos, estas muy bonitica. Ama, ama, ama –dijo el más pequeño– mientras Lady Joanna Arévalo Gózales flotaba en el aire como un péndulo dislocado.
Ciudad de las Palmas, ciudad del delirio, un desquiciado 9 de junio de un incontenible, represivo y abismal confinamiento; aún con la boca tapada y las ideas chuecas de un 2020.
Receta para recuperar la erótica perdida durante el confinamiento
Camine por el pasillo con pasos de araña. Luego abra de manera muy sutil la puerta de su casa. No mire para atrás y salga corriendo. Respire aire fresco. Salude a la gente. Sienta el arrobo que le genera la otredad. Después busque un parque con árboles frondosos y procure hacer un ritualito de los encantamientos perdidos para que le permitan volver a contemplar la piel de la otredad y sentir el incineramiento de tu piel.
Ciudad de las Palmas, ciudad del delirio, un desquiciado 12 de junio de un incontenible, represivo y abismal confinamiento; aún con la boca tapada y las ideas chuecas de un 2020