El presente ensayo aborda las posturas referentes a las brechas socioeconómicas que condicionan principalmente el acceso a la educación y la situación que agudizó la emergencia sanitaria producto del virus SARS-CoV-2. Se exponen las teorías de Pierre Bourdieu respecto al capital social y el hábitus, de lo cual se deriva el objetivo de evidenciar las problemáticas latentes de desigualdad y exclusión a los formatos requeridos por el sistema de educación ecuatoriano. Adicional a ello, se explora las consecuencias en el sujeto concebido desde el psicoanálisis y su posición como un sujeto segregado o excluido como resultado de la actual pandemia.

A partir de la emergencia sanitaria, las desigualdades en la educación se han intensificado. En este aspecto, al igual que en otras áreas, la pandemia ha impulsado el uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) para asegurar la transmisión de los procesos de aprendizaje en el Ecuador, como modo alternativo dentro de lo que el gobierno ha adoptado sobre la “nueva normalidad”. Situación aparentemente positiva al mantener el derecho a la educación durante el aislamiento obligatorio, que resulta problemática al profundizar la distancia social entre aquellos que tienen acceso a estos recursos comunicativos y los que no.

La normalidad deviene desde aquello que está apegado a la norma y se ajusta a ciertos esquemas dados por la sociedad que rigen a un individuo. Desde la psicopatología, se concibe a la normalidad como “aquello que se considera natural, que fluye y ocurre espontáneamente y por esta razón simplemente es aceptado, es lo común, lo que no afecta ni molesta a la propia persona ni a los demás” (Orozco Arrieta 2014, 2), siendo mayoritariamente juzgado desde lo anormal o patológico. En este contexto, es necesario cuestionar si la “nueva normalidad” se refiere a un cambio por lo anormal o se refiere a un discurso completamente nuevo que se sobrepondría a una cotidianidad que ahora sería caduca u obsoleta. La educación desde los TIC se plantea como una plataforma totalmente innovadora que entraría en esta normalidad, pensando así qué pasa con aquellos que no acceden a esta, ¿están siendo excluidos de la normalidad o son individuos pertenecientes a un pasado caduco? ¿serían sujetos anormales? y finalmente, ¿qué implicaciones tendría esto para el sujeto?

En el caso de Ecuador, la emergencia sanitaria conllevó a que el Ministerio de Educación emita el acuerdo ministerial número Nro. MINEDUC-MINEDUC-2020-00020- A, el cual reza que las actividades presenciales en las instituciones educativas particulares, fiscales y fiscomisionales quedan suspendidas y el refuerzo académico se realizará por la plataforma virtual, por radio y televisión en más de 600 canales y 1000 radios-comunitarias (Ministerio de Educación 2020b). Por otro lado, el “Plan Educativo Aprendamos Juntos En Casa” emitido el 6 de mayo tiene como objetivo “Mantener la continuidad de los procesos formativos de los estudiantes, orientando la labor de los miembros de la comunidad educativa, en las diferentes ofertas, modalidades y servicios, de forma que permita la contención emocional, el desarrollo de los aprendizajes y la atención a las diversidades en el contexto de emergencia sanitaria provocada por COVID-19” (Ministerio de Educación 2020a, 6).

Ahora bien, esta emergencia ha producido que 101,256 docentes en el régimen Sierra- Amazonía entren en el modelo de teleeducación (Grupo FARO 2020); adicional a ello, el INEC menciona que para el 2018 el 55,9% de personas a nivel nacional tiene acceso a internet, y de estos sólo el 66,2% lo usa en el hogar (Instituto Nacional de Estadística y Censos 2018). En ese sentido, el 70% de los estudiantes no puede acceder al internet, aunque sí existe un mayor acceso a medios como radio y TV en la que “9 de cada 10 hogares sí cuenta con televisor o teléfono celular (UNICEF Ecuador 2020). Entonces, se puede mencionar que el carente acceso a las nuevas tecnologías puede decantar en un incremento de la brecha de desigualdad; además que los estudiantes no alcanzan todo su potencial y se incrementa la susceptibilidad a la explotación, el abuso y la trata de personas (UNICEF 2017).

Estas estrategias de contención educativa para avanzar con el proceso pedagógico, en el marco de la emergencia sanitaria, se constituyen a su vez como un mecanismo de exclusión, de olvido debido a la falta de accesibilidad a recursos tecnológicos en hogares, principalmente en los más pobres.

Desde el punto de vista de Bourdieu, los agentes sociales se ubican en cada campo social a partir de la cantidad y el tipo de capital; para el campo educativo, el capital respectivo es cultural donde se institucionaliza en títulos académicos (Bourdieu 2000). De ahí que el hábitus corresponde a un conjunto de disposiciones manejadas en un doble sentido, producidas por las estructuras objetivas en las que se encuentra el agente, por tanto, provienen de la historia, el entorno, la familia y, en otro sentido son estructurantes ya que, una vez hecho cuerpo y memoria inconsciente en el agente, sus productos corresponden a un marco delimitado que es compartido por su clase social y que le permiten a su vez interactuar dentro de los campos sociales (García Inda 2000).

Consecuentemente, Bourdieu afirma que los tipos de capital pueden ser transmutados en función de su uso, mientras que el económico resulta en dinero, este puede llegar a ser cultural cuando es usado para pagar la escuela (Bourdieu 2000). Por ello, la escuela no es tan sólo un espacio de formación, sino que otorga ventaja a un grupo privilegiado, especialmente en capital cultural, además de que las brechas sociales son reproducidas entre generaciones. Es esta la situación que se puede agravar cuando la educación proviene de su accesibilidad a los recursos tecnológicos que requieren de capital económico para su apropiación y uso.

La pandemia en la cual el mundo está inmerso corresponde a un evento traumático que recuerda al ser humano su finitud, permitiendo al sujeto verse en un “real enmascarado”, es decir, un real que trata de cubrir o taponar la disparidad socioeconómica que durante la emergencia sanitaria se ha acrecentado y evidenciado. En este sentido, se hace referencia a un sujeto que se muestra como excluido del Plan de Gobierno; expuesto en una educación excluyente que requiere del acceso a herramientas específicas como son los TIC.

Debido a esta incapacidad de acceso, tanto la segregación como la exclusión reducen al otro, al excluido, a una condición de despojo igual a la cosa; cosa que para el psicoanálisis no tiene posición ni de objeto ni de sujeto, es decir, un invisible. El yo del sujeto se escinde, del mundo exterior, deja ver este real que denota como aquello que no entró en lo simbólico y que era necesario dejar fuera, extinguiendo el lugar del otro “diferente”, de manera que, la sociedad pudiera encajar dentro de la estructura del lenguaje (Oliveros 2013). Es así como la sociedad puede entrar a la lógica de la “nueva normalidad”.

Para terminar, las tecnologías comunicacionales no sólo afectan la calidad de enseñanza, sino que condiciona la posibilidad misma de acceder a la educación. En un contexto de desigualdad ya presente en el Ecuador, la pandemia y las decisiones político- administrativas, en consecuencia, han profundizado las brechas de acceso a la educación. La pandemia solamente se muestra como el evento traumático que evidencia un real que estaba enmascarado y denota la posición del sujeto ante una sociedad que ya se mostraba como excluyente. La “nueva normalidad” resultaría un espacio de protección para los ciudadanos por parte del gobierno, no obstante, ha ampliado la brecha de desigualdad. Por lo tanto, la “nueva normalidad” es un espacio en el que solamente entraría un grupo privilegiado y deja ver a los sujetos segregados como cosa divagante, sin lugar. La consecuencia de estas acciones genera angustia en un individuo que se ha invisibilizado por un gobierno que alega acciones inexistentes de protección hacia las minorías.

Realizado por:

José Luis Morales Torres
Diego Eduardo Moreno Tufiño
Gabriela Quiñonez Jaramillo
María Cristina Ricaurte Soria

Bibliografía:

Bourdieu, Pierre. 2000. «Las formas del capital. Capital económico, capital cultural y capital social». En Poder, Derecho y Clases Sociales, 130. España, Bilbao: Desclée de Brouwer S.A.

García Inda, A. 2000. «Introducción. La razón del derecho: entre hábitus y campo». En Poder, Derecho y Clases Sociales, 101-29. España, Bilbao: Desclée de Brouwer S.A. Instituto Nacional de Estadística y Censos. 2018. «Tecnologías de la Información y Comunicación-TIC 2018». Instituto Nacional de Estadística y Censos. 2018. https://www.ecuadorencifras.gob.ec/tecnologias-de-la-informacion-y- comunicacion-tic/.

Ministerio de Educación. 2020a. Plan educativo: aprendamos juntos en casa. Primera. Quito, Ecuador. www.educacion.gob.ec.
———. 2020b. Acuerdo Ministerial Nro. MINEDUC-MINEDUC-2020-00020-A. https://educacion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2020/04/MINEDUC- MINEDUC-2020-00020-A.pdf.

Orozco Arrieta, Susana. 2014. «Normalidad y anormalidad psicológica y niveles de prevención». Revista electrónica Psyconex 6 (9). https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4777665.

UNICEF. 2017. El Estado Mundial de la Infancia 2017: Niños, alimentos y nutrición. https://www.unicef.org/lac/informes/el-estado-mundial-de-la-infancia-2019- ni%C3%B1os-alimentos-y-nutrici%C3%B3n.

UNICEF Ecuador. 2020. «COVID-19: Cómo asegurar el aprendizaje de los niños sin acceso a Internet». 4 de mayo de 2020. https://www.unicef.org/ecuador/historias/covid-19- c%C3%B3mo-asegurar-el-aprendizaje-de-los-ni%C3%B1os-sin-acceso-internet.